Ecuador: tecnología y prefabricados se adaptan a la construcción por la pandemia
Publicado hace 4 años
Desde hace una semana 100 proyectos de construcción fueron habilitados por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional para iniciar un plan piloto de actividades en la ‘nueva normalidad’.
Para el negocio de la construcción la pandemia de Covid-19 ha significado cambios no sólo en las normas de bioseguridad sino también en los procesos de producción y de ventas. “La distancia es el factor que regirá los procesos ahora”, sostiene Henry Yandún, representante del clúster Constructores Positivos, conformado por 1.000 empresas e inversionistas.
El sector, que reconoce que venía tecnológicamente atrasado, tendrá que adaptarse rápidamente a tendencias como el Modelado de Información de Construcción o BIM, por sus siglas en inglés. El BIM es un modelo de gestión digital de proyectos, un proceso con el que es posible planear, diseñar y construir una edificación virtualmente con un modelo 3D y de manera colaborativa en tiempo real.
En resumen, es la herramienta que ha reemplazado a los planos y al AutoCAD, pero que en lugar de ofrecer modelos estáticos de dos y tres dimensiones, permite hacer análisis 4D que incluyen duración de la obra y los materiales, 5D que es un análisis de costos, 6D que es la evaluación de la sostenibilidad y 7D que es el mantenimiento.
Con esta herramienta los profesionales que intervienen en una obra pueden trabajar de manera remota y mantener el distanciamiento social. En Ecuador esta metodología ya se ha usado en proyectos, como el edificio Sense, en el centro norte de Quito.
Las ferias de vivienda virtuales y las aplicaciones móviles para la venta de material también han ganado espacio con la pandemia de Covid-19. “La cercanía con los clientes ha sido fundamental y la hemos logrado a través de las herramientas tecnológicas”, explica David Montenegro, gerente comercial de la cementera Unacem.
Tras la coronacrisis, la construcción no solo se volverá digital, sino que buscará procesos más eficientes para reducir el riesgo de aglomeración de personas y de contagio. En este contexto, los prefabricados y los productos especializados serán más demandados, dice Yandún.
Hay constructores que están pensando en alquilar o comprar espacios para prefabricar estructuras metálicas y luego enviarlas a las obras para distribuir de mejor forma al personal y que no se concentre en un solo sitio. Aunque, esto no se aplicará en todos los casos porque “quienes hacen arreglos de sus casas o tienen pequeñas construcciones seguirán demandando los materiales tradicionales”, considera Daniel Carrión, director comercial de la empresa de acería Adelca.
Una alternativa para evitar contagios es el trabajo en horarios diferenciados pero para eso, dicen los constructores, es necesario que el Código de Trabajo sea reformado, porque las horas horas nocturnas tienen un recargo de 25% y en fines de semana ese coeficiente sube a 100%.
Falta de material
Una de las preocupaciones del sector en esta etapa es que las obras podrían paralizarse en unas semanas por la falta de reactivación de todas las actividades relacionadas con la construcción, lo que involucra desde las notarías hasta la cadena de suministros.
Desde el 4 de mayo comenzaron a operar las ferreterías, a través de la venta en línea o a domicilio. Pero eso no es suficiente porque manejan inventarios pequeños. “Si las industrias de materiales no funcionan se van a paralizar las obras, porque lo que está en bodega se nos está acabando”, explica Yandún.
La paralización de actividades por 50 días no solo ha significado pérdidas para la industria de la construcción, sino también costos adicionales.
Este es el caso de la cementera Unacem, que tiene que recolectar y reprocesar el cemento pues es un producto perecible porque se endurece, dice Montenegro.
Otro argumento del sector para habilitar toda la cadena productiva es devolver el trabajo formal a los colaboradores que durante la emergencia han tenido que dedicarse a la economía informal por falta de ingresos, lo que los ha puesto en riesgo de contagio.
El sector de la construcción da empleo directo a unas 486.000 personas, sostiene Constructores Positivos. Y, de ese total, 237.461 son empleos adecuados, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Los actores de la cadena de suministros de la construcción sostienen que ya tienen protocolos para su reactivación segura. Aunque reconocen que la logística para el traslado de mercaderías y personas en trayectos largos es un reto.
“Los corredores deben garantizar servicios de alimentación y alojamiento seguros para los transportistas. Esa es una oportunidad para que se formen nuevos negocios”, explica Montenegro.
Parte del financiamiento para cumplir con la normativa que exige la ‘nueva normalidad’ se obtiene de la banca, pero “también esperamos que los procesos de compraventa, que no se están haciendo en las notarías, se retomen porque eso significaría liquidez”, dice Yandún.
Sin salud no hay construcción
Para la construcción las medidas de seguridad no son una novedad. Desde hace 12 años quienes operan en el sector deben cumplir de forma obligatoria con el uso de elementos de protección, como casco, mascarillas, botas, gafas y guantes.
Lo que han experimentado desde hace una semana los 100 proyectos que fueron habilitados para operar, como parte de un plan piloto, es el refuerzo de sus medidas de seguridad.
- Algunas de las normas obligatorias son:
- La ropa de trabajo debe ser lavada diariamente.
- Uso de mascarillas, gafas de seguridad o lentes y guantes.
- Modificar las conductas sociales: no saludo de mano, no saludo de beso, no abrazos.
- Transporte de los colaboradores.
- Toma de temperatura al ingreso de la obra con termómetro infrarrojo digital.
Y en este sentido los dos desafíos que está experimentando el sector son la capacitación de las personas para que cambien sus hábitos y el aumento de costos para evitar los contagios.
Carrión explica que en el caso de Adelca uno de los mayores desafíos es la capacitación de 5.000 personas que se dedican al reciclaje de chatarra. “Es preferible tener costos adicionales a estar paralizados y que no haya ingresos ni para los empresarios ni empleados”, dice Yandún.
Este es el caso de la constructora EKS, que desde el 7 de mayo empezará a operar con un campamento por 30 días en una de sus obras. Una medida que resulta costosa porque la empresa debe asumir las tres comidas y los espacios de descanso de 50 trabajadores. Pero, la compañía prefiere hacerlo para reducir la posibilidad de contagios antes que quedarse de brazos cruzados. Lo mismo ha tenido que enfrentar Mutualista Pichincha con la reactivación de uno de sus proyectos de vivienda de interés público en Manta. La institución financiera contrató departamentos y alimentación para los obreros, con el objetivo de reducir la probabilidad de contagios.
Fuente: primicias.ec
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